martes, 25 de diciembre de 2012

Mujer

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empezado la hora de ver las caras de las tías de las primas de las abuelas y hasta las bisabuelas y unas tías que nunca reconozco. En esta familia de longevas yo no llevo la sangre de nadie conocido, ni mi mamá ni mis hermanas y nuestras caras son distintas. Me di cuenta de eso cuando empecé a crecer, cuando empecé a sospechar de los halagos. Siempre me dijeron que qué color el mío, ese que tenía para navidad después de pasarme el día en el jockey club o en alguna pileta. Y es que la nariz y los cachetes se nos ponían a mi hermana y a mí color oscuro, sin enrojecer. Mientras a mis primas rubias se les enrojecían los ojos de abrirlos abajo del agua.
Por estas sangres siempre fuimos más bien fuertes. Los cuerpos impermeables, las piernas. A veces creo que somos unas hermanas reversibles como una campera y que guardamos la tormenta dentro.
Creo que la cara de mi mamá se revierte. Son las arrugas y las ojeras. Creo que mi hermana menor a la sombra parece una sombra más, bellísima y gris. Los labios son pálidos y la cara es blanca. Mi hermana menor también tiene ojeras y es igual a mi mamá de las fotos cuando tenía diez años. Creo que somos cuatro mujeres muy distintas y cortadas por una misma tijera, o a mano, pero por una mano que desconocemos.
Las mujeres de esta familia hacemos cosas con nuestro cabello como la mayoría de las mujeres. Nos preguntamos entre nosotras si tenemos un hombre a quién amar. Somos todas heterosexuales de entrada. No nos podemos imaginar las unas a las otras desnudas. Intento hacerlo. A algunas las he visto en ropa interior. Conozco las piernas Poli. No son nuestras piernas. En casa tenemos las piernas torneadas y cortas. Las caderas ajustadas, problemas con los pantalones a la altura de la cola. Tenemos unos pies feos y planos, todas. Es otro de esos males de familia nuestra. Como la piel de mi cara, un mal del que no puedo localizar antecedente. A veces los médicos preguntan sobre la ascendencia. No la sé. No conozco los por qué. Trato de imaginar desnudos. Escenas sexuales. Me pregunto a mí misma cosas que no me animo a preguntar en las cenas familiares. Me las pregunto en cenas familiares, mientras estoy callada y me acerco a la mesa a buscar otra copa. Cuando estoy borracha formulo y reformulo respuestas en voz alta, como si contara chistes. Mi abuela me miró con tristeza todo el día. Mi tía con complicidad. Las amo.

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